Ley Gallardón, una ficción forjada sobre la base de muchas mentiras
Artículo de Rubén Castro Torres publicado en la revista SABMés, enero de 2014
El Ministro Alberto Ruíz-Gallardón presentó el pasado viernes la tan (des)esperada contrarreforma del aborto. Si esta ley se ratifica en el Congreso de los Diputados, España alcanzará la cima en la que se sitúan unos pocos países europeos.
Por supuesto, me refiero a los pocos países que aún mantienen leyes restrictivas, pese a las recomendaciones de Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, permitirá avanzar hacia una mayor asistencia de mujeres. Las mujeres, solo a aquellas que dispongan de grandes recursos: los suficientes para acudir, como ocurría antaño, a fabulosas clínicas de países como Francia o Reino Unido.
Con ello, la gran mayoría de mujeres solo podrían abortar, si se da el caso, en clínicas clandestinas, insalubres y peligrosas donde las haya. Todo ello genera más desigualdad, evidentemente. Algo lógico en un proyecto presentado por el mismo Ministro de Justicia que dijo que las mujeres que abortaban lo hacían bajo una violencia estructural.
Y pese a que la reforma del aborto tiene mucho que ver con Sanidad, con Servicios Sociales y con Igualdad, no se ha oído más que silencio por parte del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que ni siquiera ha presentando nada públicamente de esta reforma.
Por si fuera poco, la ley establece unos supuestos que se reducen básicamente a uno: que solo puedan abortar cuando las mujeres puedan tener graves secuelas permanentes en un futuro. Además, deberán pasar por el periplo de dos médicos y un periodo de reflexión aún más largo, con la pretensión de que las mujeres decidan de acuerdo a una “opinión conformada”. Profesionales médicos ya han explicado la inconveniencia de ese periodo y del paso por varias consultas, que no harán más que complicar una decisión por si difícil, y a la práctica imposibilitará el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Cómo cambian las cosas: en la anterior Ley de 2010, aún vigente, la finalidad era respetar “los derechos de las mujeres, respetando el marco constitucional y garantizando la igualdad en el acceso” para “acercarse a Europa”.
Con este anteproyecto, en cambio, nos vienen a decir que hay que volver a 1985. ¡Hasta el propio Ministro lo repitió numerosas veces!
En la esfera religiosa podrían alegar que quieren reducir el número de abortos. Sin embargo la Organización Mundial de la Salud constata que sería más bien al contrario. A más restricciones para acceder al aborto legal, mayor número de abortos clandestinos e inseguros.
Así, visto que no tienen argumentos científicos han ido a por lo normativo y sin mucho más éxito hablan de unas sentencias del Tribunal Constitucional de hace décadas, aunque dicho órgano jamás se haya pronunciado contra la Ley vigente de 2010.
En definitiva, la ley Gallardón es una ficción forjada sobre la base de muchas mentiras. Sus consecuencias son devastadoras para las mujeres, su salud y libertad de decisión. Aunque sea por una vez, no dejemos que la realidad supere a la ficción
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