Opinión: Machismo de campeonato

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En pleno 2016 la prensa deportiva trata a las mujeres deportistas con un tono paternalista, reduciendo su presencia a pequeños espacios subordinados ante anécdotas del deporte masculino de turno.

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Los Juegos Olímpicos son un momento idóneo para la promoción del deporte femenino. O deberían serlo…

Las importantes victorias de las diferentes selecciones femeninas, las deportistas individuales o en pareja, se ven empequeñecidas ante el trato discriminatorio al que se ven sujetas habitualmente.

Y es que cuesta creer que en pleno 2016 la prensa deportiva e incluso los medios “generalistas” traten a las deportistas con un tono paternalista –cayendo en el absurdo en muchos casos- reduciendo su presencia a pequeños espacios subordinados ante anécdotas del deporte masculino de turno.

Sin embargo hay ocasiones en los que sí podemos encontrar páginas, titulares y contraportadas “deportivas” de mujeres:

Se trata de las fotos de las mujeres deportistas (o las novias de los varones deportistas) mencionadas como “bellezas” o “chicas” en muchos casos. En estos reportajes e incluso en las entrevistas supuestamente serias, no sólo se da cuenta de los premios o los avances en la carrera deportiva, sino que se centran en el cuerpo, la edad, la maternidad, sus problemas de conciliación o sus parejas, entre otros asuntos que poco tienen que ver con la práctica del deporte.

Podriamos poner muchos más ejemplos como el de la vestimenta claramente desigual en muchos deportes (bikini las mujeres frente a camisetas en los hombres) o los juegos deportivos en los que las mujeres no aparecen.

Evidentemente ese trato no se asemeja en ningún caso al que se dirige a los hombres deportistas, como puede observarse en cualquier informativo, diario o programa deportivo.

Y aunque afortunadamente no todos los medios son así, es indudable que si preguntamos a cualquier joven cuantas veces se habla en televisión de deporte femenino, reconocerá que son pocas o muy pocas y con un trato muy desigual. Más aún en temporada de Juegos Olímpicos en los que las desigualdades se hacen más notables.

El problema no es solo este agravio inconcebible de por sí, sino la imagen que estamos trasladando habitualmente a la infancia y gente joven: el deporte de verdad es cosa de hombres, es más importante el físico “10” que los logros conseguidos, etc.

Y es que ante el machismo de campeonato que aún está normalizado hace falta implantar de verdad la educación en igualdad, fomentar del deporte de mujeres y hombres, promover medios comprometidos en igualdad, etc.

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