Se llama neomachismo

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En las redes sociales y medios de comunicación españoles se ha abierto una nueva polémica entorno a las políticas de igualdad y unas desconcertantes palabras. Esta vez provienen del Diputado Toni Cantó de UPyD. El parlamentario aseguró en su perfil en Twitter que “La mayor parte de las denuncias por violencia de género son falsas. Y los fiscales no las persiguen. Las estadísticas son sesgadas”. Además aseguró que todos los Gobiernos Españoles han actúado en este ámbito de manera que han percibido sustanciosas subvenciones de Europa por cada víctima.

El susodicho diputado, además es portavoz de su partido en la Comisión de Igualdad del Congreso, por lo que esta misma Comisión solicitó a través de distintos grupos parlamentarios como Izquierda Plural o el Grupo Socialista, que dimitiese y la abandonase.

 

Pese a que más adelante pidió disculpas por lo que asumió como datos no contrastados, lejos de rectificar sus tesis, afirmó que los hombres están discriminados en España.

Así es de extrañar que tantas insinuaciones y ataques hacia las políticas de igualdad -de forma reiterada y basadas estrictamente en los tan recurrentes mitos- sean fruto de la casualidad o un lapsus por no contrastar datos. Por el contrario, todas esas tesis tienen todas las características del neomachismo[1]. Esta evolución, o mejor dicho, permanencia del machismo se basa en una pretendida aceptación de la igualdad, para negar cualquier avance de las mujeres. Con todo tipo de pretextos se argumenta que ya no existe discriminación hacia las mujeres, que las políticas de igualdad dañan a los hombres, etc.

Y es que palabras como las del Diputado Cantó siguen en una estrategia que pretende:

 

-Deslegitimar las políticas de igualdad, generando dudas en cuanto a su destino, coste o problemas que generan. Con ello se aduce a que hay gastos innecesarios o inasumibles por el Estado. Pero más allá de que no aportan alternativas, recordemos que siempre será más alto el coste que genera la violencia en la vida de las mujeres y su entorno, con las consecuencias de salud, laborales y otras que implica. A todo ello el conjunto de la sociedad no solamente es parte cómplice, sino gran perjudicada

 

-Tergiversar la situación e invisibilizar que las mujeres sufren violencia por el hecho de serlo. Se corrompe el significado de violencia hacia las mujeres como aquella que se fundamenta en el machismo que aún impregna parte de los mecanismos y relaciones sociales de hoy en día, y que sitúan a las mujer en un papel de sometimiento (emocional, económico, político, etc.) al hombre.

Pero ante esa problemática, en lugar de promover o cuanto menos estudiar las investigaciones sobre violencia de género, se le da voz al mito de que la mayoría de denuncias por violencia de género son falsas.

En ningún caso puede decirse que haya una mayoría de denuncias falsas

Vayamos por partes: Las denuncias falsas son ilegales, evidentemente, y como tal perseguidas y penadas. Pero en 2011 de 134.002 denuncias solo 19 están siendo juzgadas por falsedad, lo que apenas alcanza un 0,01% del total[2].

Como vemos en ningún caso puede decirse que haya una mayoría de denuncias falsas. Porque no es así, y porque pone en duda la dignidad de las mujeres que están inmersas en una situación abusiva y han dado el paso de denunciar, rompiendo con todo tipo de barreras.

Es una grave irresponsabilidad cuando de 600.000 mujeres que hay en situación de maltrato cada año, un 70,3% no había denunciado nunca.[3]

Recientes estudios (como el publicado en el Congreso de Violencia de género andaluz de 2012) muestran que ante una mayor protección y apoyo global a la víctima del maltrato, hay menos posibilidades de que abandone el proceso de denuncia.

 

Esto indica que para acabar con las situaciones de violencia machista se requiere del compromiso del entorno, de las administraciones públicas o los servicios sociales. Ese proceso tan difícil para la mujer maltratada y su entorno (que muchas veces no comprende o no asume la situación por la que está pasando) no puede estar permanentemente cuestionado públicamente, porque se corre el peligro de la pérdida de confianza, desmoralización por creer que no se va a dar valor a su problema, etc.

La periodista y experta en igualdad Nuria Varela ha escrito en su web profundizando sobre algunas de las consecuencias (mortales) de la extensión de la falta de credibilidad de las mujeres víctimas del maltrato.

 

-Por otro lado, asumiendo esos mitos como válidos, se presenta a los hombres como víctimas de mujeres perversas. Se insiste en lo mismo cuando afirman que los hombres son víctimas de una pretendida discriminación del Estado hacia ellos.

 

Evidentemente los hombres también pueden sufrir violencia en el ámbito de la pareja, que como todos los maltratos son intolerables. Pero no existen los cientos de miles de casos de violencia como si ocurre hacia las mujeres. Y lo que es la base: no hay un sistema que coloca a los hombres por debajo de las mujeres y les oprime en todos los ámbitos y espacios.

Por eso el objetivo de las políticas de igualdad y el movimiento feminista no es otro que permitir el progreso de las mujeres y los hombres, poner fin a las discriminaciones de todo tipo, poner las bases a una sociedad pacífica, etc.

Otorgar libertad e igualdad a las mujeres no puede considerarse discriminar a los hombres, pero si acabar con los privilegios que ellos ejercen en detrimento de ellas. Tal vez eso es lo que tanto molesta a quienes desde el neomachismo buscan frustrar cualquier avance.

Si nos tenemos que quedar con algo que sea con la reacción del resto de grupos políticos, entidades y personas que siguen mostrando su compromiso por la igualdad, que iluminan el panorama para que esos ataques no queden ocultos.



[1] Esta evolución del machismo está muy bien definida por Miguel Lorente en su libro “Los nuevos hombres nuevos”

[2] Datos del C.G.PG

[3] Macroencuesta 2011

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