Artículo: Cuando se rechaza la violencia de género pero se concibe como un hecho aislado.

Reducir tamaño de la letra Aumentar tamaño de la letra Tamaño de texto Imprimir esta página

Artículo de Rubén Castro. Agente de igualdad

Compromiso “Yo actúo contra la violencia machista” dentro de la inicativa “Dí no, únete” organizada por ONU Mujeres.

Estos últimos días del mes de mayo hemos vivido la muerte de 4 mujeres asesinadas por sus parejas en poco más de 72 horas, seguido de otros casos, agresiones a mujeres e incluso presuntos casos protagonizados por gente famosa.

Rechazar esas situaciones individualmente es un primer paso, pero se convierte en un problema cuando los medios, y quienes los visualizan, interpretan estos casos como un hecho extraordinario y aislado. Y si bien la acumulación de tantos casos asesinatos por violencia machista en poco tiempo no es lo habitual, ciertamente, si lo es la existencia de violencia en el día a día de miles de parejas.

«No podemos valorar la acción de cada uno de los maltratadores como si de un hecho aislado se tratara»

En los casos de violencia de género cambian las circunstancias, la forma de perpetrarse y el entorno que lo rodea, y esas diferencias son las que más se reflejan en la prensa, lo que lleva, en parte, a entender como aislados estos sucesos.

Pero más allá de lo mediáticamente visible, la realidad es que las mujeres son asesinadas y maltratadas día tras día en todo el mundo. También aquí en España. Más de 500.000 vivían una situación de violencia en 2011[1].

De hecho, al final, los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas son la punta del iceberg de la violencia, pues bajo la visibilidad de las muertes encontramos cientos de miles de casos, que pasan desapercibidos por la mayoría. (No hablamos solo del maltrato físico o sexual, pues la violencia psicológica, entre otras, o es igual de censurable y perjudicial para las mujeres y su entorno.)

No podemos, por lo tanto, valorar la acción de cada uno de los maltratadores como si de un hecho aislado se tratara, pues más allá de las circunstancias concretas, la violencia se repite en el contexto de una sociedad patriarcal, que niega, invisibiliza y justifica el maltrato. Es este contexto el que sitúa a las mujeres en un plano de inferioridad, permitiendo a los hombres que hagan “lo que sea” por defender su posición.

Además, al situarse la violencia en el seno de la familia o una relación de pareja, y considerarse algo”privado” o confundirse con algo “propio del amor” (ojo a los mitos del amor romántico!) se llegan a invisibilizar y a justificar. Esas justificaciones son utilizadas intencionadamente, por desconocimiento, o por el simple deseo de encontrar una explicación rápida, y dejan de lado toda objetividad posible, pues la víctima, en este caso las mujeres, pueden aparecer incluso como culpables de”provocar” esa reacción de su pareja, y el maltratador en cambio, justificado ante circunstancias extremas que “le obligan” a actuar así.

«La violencia de género no es normal, pero si es habitual y generalmente normalizada»

Y es que la violencia tiene para el maltratador-y como decíamos, también para el entorno- la excusa de ser el correctivo a su pareja, el castigo o la demostración de su “masculinidad”. Todo ello conforme a los arquetipos del machismo que aún perviven en el fondo del ideario colectivo. Así pues, para que no se repitan más casos, además de perseguir y condenar a quienes ejercen la violencia, la única opción es la implicación colectiva como muestra del rechazo al machismo y la violencia.

Todo ello requiere también proteger y empoderar a las mujeres: dotarlas de herramientas y asistencia para no entrar, o salir, del ciclo de violencia. Y junto a eso, tal vez lo más estratégico: educar en igualdad.

El cambio estructural conlleva romper los estereotipos, roles e impedimentos para que hombres y mujeres convivamos en un plano de igualdad efectiva. Esa ilusión por convivir justamente, por rechazar la violencia debe impregnar la educación que las familias, entorno y escuela ofrecemos especialmente a los niños y niñas. De esa manera, con la implicación colectiva reconoceremos que la violencia no es normal, en absoluto, pero si es habitual y generalmente normalizada, por lo que tenemos que implicarnos para acabar con ella.

Teléfono contra la violencia de género en España 016

 

 

Asistencia contra la violencia hacia las mujeres en todo el mundo. Click aqui.


[1] Macroencuesta 2011. Ministerio Sanidad, Política Social e Igualdad

  ,

Debes estar registrad@ para comentar Acceso